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Publicado: Saturday 16 de April de 2011, 15:59
Yo no blindo mis puertas, pero no permito que nadie intente hacerme cambiar de opinión basándose en experiencias propias, que pueden estar (y de hecho, suelen estarlo) sesgadas. El conocimiento científico no tiene ni punto de comparación con las vivencias personales de una persona particular. Si pensáis así... qué lástima que se desconozca tanto el mundo de la ciencia. La verdad es que no puedo estar más de acuerdo. Se desconoce, y por ende, se infravalora y se equipara a la experiencia personal de cada cual. Como dije en otro post, la gente tiende a pensar que por haberse criado con perros o haber tenido contacto, ya "entiende de perros" y su experiencia (siempre positiva ante sus ojos, o al menos "no tan mala"), funciona y por tanto, puede ser recomendada a los demás. Y a veces ocurre que lo que funciona para unos, no funciona para otros.Lo que se ha intentado dar a entender aquí, es que básicamente, el método intimidatorio del "toquecito", puede funcionar para aquellos individuos de caracter sumiso y sin ningún problema de miedo/ansiedad/agresividad. Y aunque funcione, no deja de ser un "parche" porque etológicamente, el perro no está capacitado para comprender que esa repercusión negativa es a causa de sus actos. No entiende que "ha actuado mal y no debe repetirlo", ni mucho menos. Su cerebro funciona de otra manera.Y por otro lado, los últimos avances en etología cognitivo-emocional dan por hecho que para que un perro obedezca de buena gana y busque complacer a su superior jerárquico, la relación entre ambos debe ser correcta. Y eso no puede lograrse con violencia, (aun siendo una violencia tan leve con un "toquecito") porque el perro no la comprende. De hecho, un superior violento, es un mal superior, y tarde o temprano será cuestionado. Y ahora hablemos de los perros sensibles, como mi Hugh.También yo era partidaria antaño del uso del castigo físico leve y lo cierto es que mi buen Rufo lo sufrió, en el pasado, no de mí tanto, sino más bien por parte de mi padre. Y más tarde, habiendo "aprendido" bien la lección, empleando la amenaza por nuestra parte, todo se resolvía. Por suerte para nosotros, Rufo fue tan noble como para soportar semejante trato y peores, porque fue un pobre perro-parcela, desplazado de su familia. Una lástima que no dejará de dolerme nunca, a pesar de que yo no pudiera hacer mucho más por él, dado que vivía con mis padres y su voluntad era que él estara en el jardín (lo único que podía hacer era salir muy a menudo y colarlo en casa cuando no estaban mis padres). El caso es que cuando llegó Hugh, antes de empaparme y sumergirme en el mundo de la etología canina, también yo quise poner en práctica mi experiencia personal para educar a Hugh.Y no funcionó. No porque Hugh no sea tan noble como lo fue Rufo. Sino porque Hugh es mucho más sensible y dominante y le indigna sobremanera el empleo de la violencia o cualquier forma desproporcionada de malos modos con él. De modo que el "toquecito", la intimidación o la amenaza, no me sirven de nada con él. Y, comprobé, que además de inútiles en su educación, con esas "herramientas", sólo logro que la estima y la confianza de mi perro en mí se vean severamente minadas. Y aún a veces, se me escapa una regañina más fuerte que otra y si bien no empleo el contacto físico, sí logro asustar a Hugh con mis formas (quizá levanto la voz demasiado y mi lenguaje corporal es demasiado amenazante y brusco) y con ello, compruebo una y otra vez, que Hugh no entiende por qué reacciono así y no lo relaciona con el comportamiento suyo que a mí me desagrada. Sólo logro desconcertarle y obligarle a darme un muestrario amplio de señales de calma para lograr que yo recupere la compostura y sea la buena líder a la que él está acostumbrado.Es jodido, pero es así, por más que me cabree yo, si no he logrado hacer entender a Hugh que algo me desagrada y él no es capaz de superar su motivación a hacer algo por obedecerme, no lo lograré mediante la amenaza y la intimidación. Y llegados aquí, ¿qué hacer, pues? ¿Dejarle hacer lo que le dé la gana? ¿No "castigarle" por desobedecerme? Pues no exactamente. Más bien enfocar las cosas de otro modo y atajar los problemas desde otro enfoque. Si me ha desobedecido y yo le castigo, no sirve de nada y acabo siendo peor líder, de modo que la próxima vez, me desobedecerá más (y con toda la razón). No se trata de "permitir" la desobediencia, se trata de prevenirla, siendo un líder ejemplar y enseñarle al animal, que es mucho mejor idea obedecer al líder, que lo contrario. Si las cosas se hacen bien y uno es paciente, debe funcionar.Y si no, algo está fallando. Probablemente nosotros... o simplemente, estamos exigiendo más de lo que el perro puede dar de sí, por su edad, sus circunstancias o nuestra torpeza al educarle y no haber sentado bien sus bases. |