|
Publicado: Monday 22 de April de 2013, 11:59
Ya... será que todas son igual de graves como para requerir una intervención quirurjica. A ver si entendemos una cosa, hay muchísimos accidentes que no salen en los periódicos por el simple hecho de que son un "Pum! Ay, perdón! Todo bien? Venga, chao" o son en a tomar por culo y solo se entera la gente a al que le pasó el accidente. O acaso tú saliste en el periódico??Para que salga en un periódico tienes que liarla muy parda, como es este caso o el que he linkado. Da igual que según tú, porque es según tú, el PA muerda tropocientas veces más que un pit si los daños son menores. Y por cierto, para hablar de estadísticas, busca una referencia válida de: Cantidad de PA en EspañaCantidad de chuchos tipo "pitt"Ataques registrados de los primerosAtaques registrados de los segundosDaños graves de cada unoYa te digo que por un "echar la boca" no vas a salir en el periódico. Pero deja moribundo a otro perro o manda a quirófano a una persona y verás como sales. Wenga, el pirbull da morbo, eso no se puede negar. A todo el mundo que le muerde un perro le encanta decir que fue un PitBull Cierto es que como esta tan de moda entre la gente descerebra, tan mestizado y recruzao y hay tanta cantidad de ellos por la calle que logicamente tendria que haber mas casos de ataques a personas que otras razas.......aun asi tendriamos que estudiar fuentes más fidedignas para acercarnos a la realidad "de tanto ataque de pitbull" COPIO Y PEGOLas agresiones de perros a seres humanos constituyen una endemia en la sociedad actual. Aproximadamente el 70 % de estas agresiones se producen en pacientes pediátricos1,2. Se estima que el 1 % de las atenciones en servicios de urgencias a niños menores de 12 años se deben a mordeduras de perros3,4. Esto implica que anualmente en España 70.000 niños sufran agresiones por perros (200 pacientes al día). Aunque en la mayoría de los casos estas lesiones son leves y no precisan atención sanitaria, el 85 % de los casos fatales con desenlace mortal se producen en niños menores de 12 años5,6. Casi la mitad de los niños menores de 15 afirman haber sido mordidos por un perro alguna vez durante su infancia7.El problema de las mordeduras de perro en los últimos años ha vuelto a ponerse de actualidad debido fundamentalmente a agresiones mortales por perros de razas denominadas agresivas o "de ataque" como Pit-bull terriers, Doberman Rottweiler Staffordshire bull terriers, etc. Si bien son estas lesiones graves y espectaculares las que más han llamado la atención en los medios de comunicación, la realidad de las mordeduras de perro en nuestro medio es bien diferente y tiene poco que ver con estas noticias alarmantes8-10.Se recomienda que los pediatras informen acerca de este problema para lograr una concienciación social y conseguir establecer una normas de prevención tanto en el ámbito familiar como sociopolítico para ayudar a evitar o por lo menos reducir la amplia frecuencia de estas lesiones11-13.El objetivo del trabajo es detallar la naturaleza real de las mordeduras de perro a niños de nuestro medio para tomar medidas de prevención primaria basadas en los resultados obtenidos.Material y métodosEstudio descriptivo, retrospectivo por revisión de historias clínicas. El ámbito del estudio comprende fundamentalmente el área sanitaria de La Coruña-El Ferrol; se han incluido también pacientes provenientes de otras áreas sanitarias, remitidos como centro de referencia.Se ha recopilado la información de los niños agredidos por perros y atendidos en el Hospital Infantil durante el período de 10 años (de enero de 1991 a diciembre de 2000). En ella se recogieron datos acerca de la edad y el sexo del niño, la raza del perro, la relación del animal con el niño y su familia, el contexto de la agresión, la localización de las heridas, la gravedad de éstas, las secuelas y las complicaciones aparecidas, así como la necesidad de ingreso tanto en la planta de hospitalización quirúrgica como en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP).Todos los niños fueron atendidos inicialmente en el servicio de urgencias del hospital para realizar la limpieza inicial de la herida antes del cierre quirúrgico primario cuando fue necesario. De la misma forma, todos los casos fueron evaluados por un cirujano infantil. El protocolo de atención inicial en todos los pacientes consistió en limpieza exhaustiva de la herida mediante irrigaciones con suero fisiológico a alta presión, aplicación de povidona yodada, desbridamiento de áreas necróticas, sutura quirúrgica primaria, profilaxis antitetánica en su caso y antibioterapia con amoxicilina-clavulánico por vía oral como primera opción. El ingreso hospitalario se decidió en función de la gravedad de las heridas, la edad de los pacientes y la localización de las lesiones. En todos los casos que precisaron ingreso hospitalario, la antibioterapia fue administrada por vía intravenosa durante un mínimo de 72 h.Se han incluido en el estudio todos los niños menores de 14 años que fueron atendidos en el hospital, tanto si precisaron ingreso como si fueron dados de alta tras la cura urgente. Se han excluido del estudio a aquellos casos en los cuales la documentación o el registro de datos estaba incompleto en el historial clínico.Las variables recogidas se analizaron con el programa estadístico SPSS 10.0. Para los datos no paramétricos se utilizó el test de x 2 de Pearson. Se estimó el odds ratio con un intervalo de confianza del 95 %.ResultadosEn los 10 años del estudio (1991-2000) se atendieron 654 niños atacados por perros. El 70 % de los pacientes fueron varones (n = 458) (fig. 1). Las edades estaban comprendidas entre 13 meses y 13 años (media 5,09 años) (fig. 2). El 65 % de los ataques se produjeron en los meses de verano y en particular los fines de semana (73 %). El 62 % de los niños pertenecían al medio urbano frente al medio rural el 58 %. El perro era la mascota de la familia o perteneciente a algún conocido en el 79 % (517 animales) (fig. 3). Las tres cuartas partes de las agresiones se produjeron en el lugar de residencia del perro. El 40 % de las agresiones se calificaron como "no provocadas" en la descripción que relataron las familias del niño. El 38 % de los perros eran pastores alemanes (German shepperd) y el 35 % eran cruces de diversas razas. Es probable que muchos de los perros caracterizados como "pastor alemán" en realidad se refirieran a la descripción genérica de un perro grande y oscuro. El 27 % lo constituían diferentes razas de perros tanto de los denominados "agresivos" (doberman, Rottweiler, pit-bull, fila brasileño) como de los "de compañía" (cocker, collie, pastor catalán, pequinés, setter) (fig. 4). El 89 % de los perros eran machos.Figura 1. Relación entre el número de casos anuales, sexo e ingreso en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP).Figura 2. Relación entre segmento de edades, localización y número de casos.Figura 3. Propietarios de perro agresor.Figura 4. Razas de perros implicados en los ataques.En 5 casos, los padres de las víctimas se dedicaban a la cría de los perros como profesión. Sólo el 8 % de los propietarios del perro aseguraron el sacrificio del animal como consecuencia del ataque.El 65 % de las lesiones se localizaron en la cabeza y/o cara. La región facial fue especialmente afectada en los menores de 4 años (en estos casos la cara de los niños está a la altura de la cabeza del perro y además estos pequeños no son capaces de defenderse con sus extremidades durante el ataque). Comprobamos una clara diferencia en la localización de las heridas en función de la edad del niño, así cuanto mayor era el paciente, más frecuencia de lesiones en extremidades, mientras que a menor edad, más afectación en cara, cabeza y cuello (fig. 2). Las lesiones fueron graves en el 5 % de los pacientes. Precisaron ingreso en UCIP 13 casos (2 %) con 48 h de estancia media. Necesitaron ingreso en la planta de hospitalización 98 pacientes (15 %) (estancia media, 6,08 días). En 32 casos se registraron complicaciones infecciosas tras la sutura y limpieza de la lesión (4,9 %). En el 3 % de los niños las secuelas estéticas fueron consideradas graves. Cuatro pacientes precisaron control por la unidad de salud mental infantil por cuadros reactivos postraumáticos secundarios al ataque.El análisis de los datos demostró una relación estadísticamente significativa entre la localización de las lesiones y la edad para el grupo de pacientes menores de 5 años (p < 0,001). De la misma form1a, en este grupo de pacientes el 90 % de los perros agresores eran la mascota de la familia. No existió relación estadística entre la raza del perro y la localización de las heridas o la gravedad de éstas. Igualmente tampoco objetivamos una relación con significación estadística entre la gravedad de las lesiones y el sexo del niño, si bien es importante destacar que en el 70 % de los casos la víctima era un varón. La relación entre la época de los ataques y la gravedad de los mismos sí evidenció una relación estadística (p < 0,001) y se comprobó que el 65 % de las agresiones sucedieron en los meses de junio a septiembre.DiscusiónLas mordeduras de perro en niños son un problema frecuente en nuestro ámbito sanitario. Provocan una serie de efectos físicos y psicológicos, tanto para las víctimas como para sus padres. En la mayoría de los casos la víctima es hijo de los dueños del perro o bien el animal es conocido por el paciente y los ataques se producen en el lugar de residencia del perro. En función de los resultados de nuestro estudio, el mito de que son las razas agresivas y los perros extraños al entorno familiar los causantes de las agresiones a niños, no parece ser cierto: el verdadero problema lo constituyen los perros conocidos y de la familia de razas denominadas "no agresivas", pues suponen casi las dos terceras del global de los ataques registrados. Aunque en nuestros datos puede comprobarse cómo el número de ataques mantiene una tendencia regresiva en los últimos años, la gravedad de las lesiones y el número de ingresos realizado no sigue este patrón descendente.Si bien en algunos casos se pueden objetivar situaciones de riesgo de cara a una posible agresión (el animal está comiendo, en celo, durmiendo o rodeado de cachorros), un gran número de casos no se asocia a ninguna provocación por parte de los niños1,14. Las lesiones más graves afectaron a niños menores de 5 años, se localizaban en la cara y precisaron ingreso hospitalario. Es difícil explicar cómo puede un niño de 3 o 4 años "provocar" tanto a un perro considerado su mascota como para que éste le cause lesiones graves en la región facial.Nuestro trabajo tiene un sesgo evidente en el número de casos, ya que sólo se han contabilizado los pacientes referidos a nuestro hospital y estos casos según diversas series internacionales podrían suponer sólo el 25 % del global de las agresiones de perros a niños, pues la mayoría son pequeñas mordeduras que sólo producen erosiones leves y se tratan en el domicilio familiar o en los centros de atención primaria15-18.Comparando los resultados con otros publicados hemos objetivado diferencias, sobre todo en la raza de los perros, ya que en los países anglosajones son más frecuentes las razas de perros alsacianos y retriever8,5,19. Las grandes series también demuestran que la mayoría de los ataques tienen lugar en el domicilio del perro y no en los parques públicos20. Si bien los trabajos consultados difieren en cuanto al porcentaje de afectación de las lesiones en la cara y cuello frente a las extremidades, las cifras varían entre el 50 y el 80 %10,21-23. No tenemos datos registrados en nuestro estudio acerca de las características del animal con respecto a su entrenamiento, situación (encadenado, bozal), reincidencia en mordeduras a seres humanos y comportamientos agresivos anteriores, aunque Mathews y Lattal2 indican este aspecto como uno de los más importantes de cara al desarrollo del ataque24,25. No hemos podido llevar a cabo una comparativa con otros trabajos realizados en España ya que el número de estudios es muy escaso y con pocos casos clínicos10.En conclusión, creemos que los resultados de este estudio deberían originar un debate social para adoptar una serie de medidas preventivas dirigidas a la disminución de este problema.AgradecimientosEste trabajo no habría sido posible sin la colaboración inestimable de todo el personal auxiliar y de enfermería del Servicio de Urgencias y del Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera perteneciente al Complejo Hospitalario Juan Canalejo. Correspondencia: Dr. R. Méndez Gallart.Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera. Complejo Hospitalario Juan Canalejo.As Xubias, 84. 15006 A Coruña.Correo electrónico: [email protected] en agosto de 2001.Aceptado para su publicación en noviembre de 2001. |