Quiero ser Adicto
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Publicado: Wednesday 23 de January de 2013, 13:08
No quisiste cerrar los ojos ni para irte. Como solo las estrellas más brillantes se lo pueden permitir.Esta mañana oí a Alex llorar desconsolado en su habitación. Había encontrado un pequeño mechón de pelo tuyo y lo tenía fuertemente apretado en su manita de 7 años. Ayer lo pasó muy mal. Como mamá y como yo. A ratos lloraba, pero a ratos creo que pensaba que aún podías volver. Cuando le dijimos que te habías ido nos preguntó si era una broma. Era evidente que no. Nuestras lágrimas así se lo decían. Luego, en casa, me preguntó qué había pasado, qué hizo el veterinario, si te había visto después de todo. Razonó que, quizá, estabas desmayada. Que si te había intentado despertar. Tú sabes que lo hice. Que te insistí. Te llamé, te rogué que despertaras, te moví. Y eso que mis muchos más de 7 años me hacen saber que era inútil.Dios, nunca he conocido un perro más fiel, cariñoso y bueno. Allá donde ibas te decían algo bonito. Sabías hacerte querer. Seguramente solo sabías comportarte así. Y no te lo digo ahora porque ya no estás. Solo te lo estoy repitiendo. Sabes que te lo he dicho muchas veces.Por la noche le dije a Alex que no llorase, que tú nos habías dado mucha alegría. Que siempre fuiste un perro muy alegre. Pero me aclaró que no. Que él recuerda haberte visto triste un día porque yo no estaba en casa. Y tiene razón. Parece mentira lo que me querías, Pau. Las fiestas que me montabas cada vez que entraba en casa. Y lo triste que te ponías a veces cuando me iba de viaje. En casa no me dejabas ir a ningún lado sin ti. Como mucho, aceptabas tumbarte a la puerta de la habitación donde estuviese, a esperar que volviese a salir.No sé. Eras “solo” un perro. Es tremendo sentir tanta pena. Va a ser que para nosotros eras más que un perro. Alex muchas veces me preguntó si eras su hermanita. Tras varias aclaraciones filosóficas acordamos que eras su “hermanita perro”. Todavía ayer, cuando ya no estabas, me lo volvió a preguntar. Creo que quería estar seguro. Eras parte de la familia. Lo sabes.La casa se nos cae encima sin ti. No se oyen tus patitas sobre el suelo. No saltas sobre el sofá cuando estamos viendo la tele. No vienes a despertarme a lametones. No arañas la ventana de la terraza para que te dejemos entrar. Las luchas de cosquillas con Alex y conmigo ya no podremos repetirlas. Eran antológicas. Tampoco jugaremos más al fútbol los tres. Te perderás un montón de “paradones” de Alex.Mamá está también desolada. Apenas ha podido dormir. Nos has dado tanto, y tan bueno, durante el poco tiempo que hemos disfrutado junto a ti, que ahora mismo no tenemos ni idea de cómo continuaremos sin ti. Lo haremos, claro. Pero se nos hace muy cuesta arriba.Allá donde vayas sigue como has sido con nosotros. Siempre presumí de que, a pesar de tu pequeño tamaño, nuca nos robarían contigo en casa. No habrías tardado en hacerte querer por el ladrón y entretenerle llevándole una y otra vez tu juguete para que lo lanzara. Así lo acabaría encontrando la policía, despistado, habiéndose olvidado de que iba a robar y feliz divirtiéndose jugando contigo.Jamás se nos ha olvidado, y nunca se nos olvidará, el día que te vimos por primera vez. En una caja de zapatos más alta que tú y de la que no tardaste en fugarte ni un suspiro. Ya ves, todo empezó con un suspiro y terminó con otro.Al menos pude estar contigo casi hasta el último aliento. Me buscabas con la mirada, como siempre, mientras el veterinario intentaba evitar que se te apagase el brillo. Y yo te tranquilizaba. Te prometo que pensé que te recuperarías. Como creo que aún sigue pensando Alex en algún momento.No sé por qué nos has dejado. Quizá ya nos enseñaste todo lo que querías enseñarnos.Alguien me ha dicho que es precisamente por este horrible mal trago por el que no quiere tener un perro. Pero ¿sabes qué te digo, Pau? Que si pudiéramos volver a tenerte, con la condición de que nos dejarías antes de cumplir tres años, no dudes ni un instante que volveríamos a tenerte en la familia.Sé que tu recuerdo, todo el cariño que nos diste, permanecerá con nosotros. Pero no podemos acariciarlo. Y eso nos causa mucha pena.Ayer amaneció un día brillante, de los que te gustan. Cuando te bajé al veterinario había crecido alguna nube. Y cuando te fuiste, empezó un temporal como recuerdo pocos. Creo que ni el cielo pudo dejar de llorar tu muerte. Hoy ha vuelto a salir el sol. Pero le falta brillo. Y hace mucho viento. Parece que quiere ayudarnos a arrastrar la pena, lejos, pronto. Ya lo sé, Pau. Esta carta en realidad no es para ti. Es para mí. Es que ya no sé qué hacer para que la pena se vaya.Te queremos. |