Titulo: Neotrombícula autumnalis: un parásito a tener en cuenta |
Publicado: Friday 19 de October de 2018, 12:18
José Luis Serrano Barrón Centro Clínico Veterinario (Soria) Fuente Hace unos tres años andaba realizando un estudio en animales silvestres, para el cual precisaba conseguir cadáveres de zorro con el fin de identificar procesos zoonóticos. Una de las fuentes de este material eran los agentes forestales; pues bien, aquí empezó mi andadura en el mundo de las trombículas. Un agente me habló de una zona en el Puerto Piqueras donde en cierta época del año, todo el que pasa por allí sufre una serie de fuertes erupciones en la piel, que no se parecen a la picadura de ningún bicho de los que estamos acostumbrados. Al parecer, las erupciones surgían la misma noche y duraban más de una semana; una picaduras insoportables,incluso ha sido necesario en algunos casos acudir al Servicio de Urgencias, ante la magnitud del prurito que era hasta doloroso, según me manifestó. Recordando lo que dice el libro de Georgi, J. R. y Georgi, M. E. "Parasitología en Clínica Canina” cuando trata sobre estos ácaros, apliqué la misma técnica y le dije: Mira, para ver lo que creo que es, lo que puedes hacer es dar una vuelta por ese sitio y SIN RASCARTE vienes a la clínica y ya intentaré buscar el parásito que creo se trata, puesto que en las lesiones que portaba no había ni rastro de ácaro alguno. La respuesta fue inmediata, no es cuestión de poner aquí literalmente lo que me dijo, lo cierto es que la colaboración de ese colega que mencionan en el libro (gran aficionado al montañismo que "volvía rutinariamente de sus escaladas con una serie de manchas de color rojo brillante sobre sus costados, espalda y hombros que mantenían frescos los recuerdos de sus experiencias durante muchos días...") no era la misma y la verdad es que con toda la razón del mundo. Así que un día del mes de noviembre y tras haberme documentado en la forma de capturarlos (Medical Insects and Aracnids, pp. 652 - 654) me propuse comenzar con la identificación de lo que sospechaba y así empezar a detectar las zonas geográficas de Soria donde estaba presente. Figura 1. Larva de Neotrombicula autumnalis. Preparación en fresco. Pero lo primero era capturar al bicho y así fue, bien “embutido” en un mono impermeable blanco “inmaculado” con botas de goma tapando con cinta adhesiva el borde superior y pulverizado con un repelente sobre la ropa en la totalidad de mi anatomía (que no es poca). Así me despedí de unas personas que, quedándose atrás, me hacían señas para indicarme donde ir pero sin adentrarse, a sabiendas de lo que allí se cocía, tras haberlo sufrido en sus propias carnes. Paso a paso, lentamente… al “picadero”. Al cabo de un rato, reviso las trampas y a simple vista no había más que un polvillo anaranjado sobre el fondo negro además de toda una serie de insectos varios a descartar; observando detenidamente, resulta que ese polvillo naranja se mueve, con un pincel son introducidos en una serie de frascos y más tarde al microscopio… ¡Bingo! Tengo que decir que yo, hasta el momento, no he sufrido la picadura del bicho en cuestión, al menos de la forma tan brutal (y no exagero) que se manifiestan las personas que han sido afectadas y los perros que he tenido la oportunidad de atender. Cierto es que la forma en que he “paseado” por las zonas donde sospechaba la existencia de trombículas en otoño, no es del todo cómoda y agradable a pesar de la increíble belleza muchos de esos lugares. Tengo ya identificadas varias zonas, pero aún queda por investigar. Sobre todo en lo que respecta a la delimitación geográfica, cierto es que en algunas zonas parece ampliarse, pero lo que se desconoce totalmente es en razón a qué; sospecho que uno de los principales motivos es la disponibilidad de alimento, pero no de las larvas (que son las que pican) sino de los adultos. Estos se alimentan depredando a otros pequeños artrópodos, por lo que sería interesante conocer con exactitud cuáles son las especies a las que atacan. Figura 2. Larva de N. autumnalis. Preparación fijada. Introducción Los trombicúlidos son unos ácaros con una gran importancia tanto en veterinaria como en medicina humana. No tan conocidos ni estudiados como otros ácaros: Sarcoptes sp., Demodex sp., Cheyletiella sp. o el omnipresente Otodectes cynotis, ni como otros ectoparásitos como mosquitos, piojos, pulgas o sus “parientes” las garrapatas, pero con una repercusión que nada tiene que envidiar a cualquiera de ellos. La mayoría son parásitos cutáneos, aunque otras especies se han adaptado a diferentes lugares como fosas nasales de murciélagos y roedores o incluso a los pulmones de iguanas marinas y serpientes; otros incluso son parásitos intradérmicos de unas ranas de San Antonio (1). Se han descrito más de 1.200 especies de ácaros trombicúlidos. Se sabe que más de 20 de estas atacan al hombre (2) y otras tantas o más a los animales domésticos. Especies como Eutrombicula alfreddugesi, Bryobia praetiosa, Leeuwenhoekia australensis, Neotrombicula tamiyai, etc. (3), pero pocas son las conocidas con una verdadera importancia médica, como las especies del género Leptotrombidium (L. deliense, L. akamushy, L. fletcheri, L. arenícola, L. pallidum, L. scutellaris y L. pavlovsky), como vectores de Rickettsia tsutsugamushi (?=? R. orientalis) responsable en personas y roedores de un proceso conocido como "fiebre del heno”, “de las cosechas” o “japonesa” (4). En Europa, el representante es Neotrombicula autumnalis (Shaw, 1790) (5), al cual se le creía carente de papel vector, pero recientemente se ha desmentido esta creencia al identificar bacterias del genogrupo de Ehrlichia phagocytophila (ehrlichiosis granulocíticas humanas) por detección molecular en unas larvas procedentes de Soria (España) (6). A diferencia del resto de los parásitos a los que estamos acostumbrados, es la larva la responsable del ataque a los animales y al hombre. Son conocidas como ninguas, ácaros otoñales, bicho colorado o trombículas entre otros. Esta, apenas visible a simple vista, con un tamaño de unos 0,2 mm y con tres pares de patas (figuras 1 y 2) podría confundirse con larvas de garrapata (figura 3). Figura 3. Larva de garrapata (Ixodes ricinus). Preparación fijada, obsérvese el hipostoma, repleto de ganchos, lo que potencia su fijación. Su cuerpo está parcialmente cubierto de pelos "pluma” largos y lo más característico es su color rojo bermellón, lo que les ha ganado la denominación de "colorines” en algunas zonas. Su tamaño puede duplicarse al ingerir alimento, acentuando aún más la coloración. Posee unas fuertes herramientas bucales (quilíceros) semejantes a una daga (Figura 4), dorsalmente lleva un pequeño escudo casi pentagonal con las esquinas redondeadas con seis a ocho sedas, dos de las cuales, son órganos sensiles o seudostigmáticos; hacia los laterales del escudo se encuentran los ojos. Los palpos presentan un "pulgar” yuxtapuesto característico, además de una fuerte uña (Figura 4) (7). Figura 4. Extremo anterior de larva de N. autumnalis. Preparación fijada. Se aprecia el potente aparato bucal (quelíceros) así como el característico pulgar y uña en ambos palpos. N. autumnalis es un habitante del suelo y subsuelo, pudiendo alcanzar profundidades de hasta un metro cuando las condiciones adversas así lo requieren, como puede ser durante las sequías de verano, frío intenso e incluso con fuertes lluvias. Tras el verano eclosionan las larvas, las cuales debido a un efecto fotopositivo suben a las hierbas y pequeños arbustos aguardando agrupadas el paso de un huésped adecuado (8). El desplazamiento lo realizan con una facilidad tremenda a pesar de su pequeño tamaño. Esta actividad aumenta con el tiempo cálido y soleado (precisamente cuando más apetece pasear por estas zonas en otoño). Atacan tanto a serpientes, lagartos y lagartijas como a animales de sangre caliente, preferiblemente de pequeño tamaño como topillos, ratones, erizos, jinetas, pájaros, zorros e incluso también a perros, gatos y por supuesto, al hombre. Para alimentarse, la larva busca zonas claramente definidas. En los animales: los interdígitos, axilas, ingles, orejas (interior de las orejuelas), párpados y comisuras de los ojos (figura 5). En el hombre: flexuras de la rodilla y codos (figura 6), ingles, axilas, genitales y cintura, entre otros (figura 7) (9). Ataca zonas del cuerpo donde la piel es más fina y permite una mejor fijación del parásito, que a diferencia de las garrapatas, es muy leve por lo que pueden desprenderse con facilidad con el rascado, lo que dificulta en ocasiones el diagnóstico, especialmente en el hombre. Figura 5. Acúmulo de trombículas en el párpado de un cachorro. Figura 6. Lesiones por picadura de N. autumnalis en la flexura de las rodillas de una persona. Figura 7. Lesiones por picadura de N. autumnalis en los pies y las espinillas de una persona. En el punto de fijación, la larva atraviesa la piel con unos ganchos (quelíceros), introduciendo posteriormente unos jugos que hidrolizan el estrato córneo succionando líquidos tisulares. Nuevas secreciones de saliva profundizan la herida. Restos celulares de la epidermis junto con parte de la saliva, forman una fina capa endurecida que es atravesada con cada nueva compresión de saliva. Formando un surco recubierto de material hialino de unos 0,2 mm de largo (los quelíceros no miden más de 0,03 mm.) llamado estilostoma (8). La dermis adyacente al extremo profundo, está altamente infiltrada de células inflamatorias. Si no es desprendida con el roce o rascado, puede permanecer hasta 3 días alimentándose, tras lo cual se deja caer y se introduce en el suelo. El desarrollo se produce en unas cinco o seis semanas formando una protoninfa inactiva, tras lo cual aparecerá la ninfa con cuatro patas pero sin órganos sexuales, que posteriormente mudará hasta el estado adulto, previo paso por el estado de tritoninfa que también es inactivo, invernando bajo tierra. Las ninfas y adultos que pueden alcanzar un tamaño de hasta 2 mm, se alimentan depredando a pequeños artrópodos y sus huevos (2). Las hembras depositan de 300 a 400 huevos, y solo hay una generación por año. Síntomas y lesiones de la infestación por Neotrombicula autumnalis Las larvas inyectan un líquido (saliva y jugos digestivos) altamente irritante y pruriginoso originando la sarna, picadura o mordedura de la cosecha. Las denominaciones más correctas son trombidiosis o trombiculiasis. Inicialmente se produce una elevación rojiza, diminuta, acompañado de un intenso prurito doloroso, posteriormente se va agrandando alcanzando hasta 2 cm eritematoso sensible y total o parcialmente alopécico (10,11), a veces acompañado con extravasación de sangre. Puede encontrarse excoriación por el rascado o mordido de la zona. Todo esto produce una exudación importante conduciendo al desarrollo de una pústula. En ocasiones, la fuerte reacción de hipersensibilidad provoca un prurito generalizado (12). Incluso se han dado casos de infestaciones masivas en perros de pequeño tamaño, produciendo alteraciones nerviosas, como parálisis de extremidades. Tal es el caso de un Yorksire Terrier que fue atacado por más de 2.000 larvas; a las 24 horas comenzaron a aparecer los síntomas nerviosos, remitiendo a los tres días tras un tratamiento acaricida y sintomático (13). Los primeros síntomas aparecen a las pocas horas de exposición, alcanzando su máxima expresión al segundo o tercer día pudiendo durar, según el individuo y el grado de infestación, hasta una semana si no hay complicaciones secundarias derivadas de una infección estafilocócica, generalmente con linfangitis y linfoadenopatía. Clásicamente se describía a N. autumnalis como carente de efecto vector de patógenos, pero una publicación denuncia la detección de organismos del genogrupo de Ehrlichia phagocytophilla (6), por lo que habrá que estar pendientes de futuras investigaciones que se hagan en este campo. El hombre no es el hospedador ideal, por lo que duran muy poco tiempo fijados, dejándose caer, pudiendo ser localizados en el polvo de la vivienda. Epidemiología No he encontrado datos claros que indiquen predilección racial, aunque varios artículos hacen referencia a infestaciones en Yorksire Terrier. Personalmente he observado al parásito en razas dispares y en todas las edades. En humanos, al contrario, existe una cierta predilección por el sexo femenino y por los niños, por poseer una piel más fina (10). Evidentemente la casuística profesional epidemiológica repercute mayormente en personas expuestas, como trabajadores forestales (14). Por otro lado se ha observado una cierta inmunidad en personas que habitan áreas infestadas teniendo una mayor predilección por los foráneos. En la provincia de Soria, donde desarrollo mi trabajo, he comprobado la presencia de larvas desde octubre hasta bien entrado el invierno, precisamente cuando las temperaturas o, más exactamente, la nieve impide su actividad. Siempre por encima de los 1.100 m. de altura, en zonas boscosas con abundante vegetación, preferiblemente hierbas altas y matorral bajo. Este dato ha conducido a errores al pensar en alergia a ciertos vegetales como el roble. Tras la tala de pinos, se produce un crecimiento de herbáceos y roble (de más rápido desarrollo que el pino), lugares donde en otoño se encuentran masivamente los parásitos, al darse unas condiciones de hábitat ideales, así como de alimento para los adultos. Estas zonas suelen ser las mismas año tras año, no variando, aunque si expandiéndose ligeramente, como he comprobado. Son zonas frecuentemente visitadas en esa época del año en busca de setas, caza o senderismo. La incorporación al ciclo sinantrópico del parásito por parte de los animales de compañía es difícil puesto que las larvas portadas por el perro o persona que se desprenden dentro de una casa o incluso en un jardín (donde las condiciones de vegetación, humedad, temperatura, etc. no son las adecuadas) no pueden continuar con el desarrollo, cerrándose el ciclo. Diagnóstico de la parasitación Depende de varios factores, puesto que observar al parásito no es lo habitual (especialmente en humanos). Los perros, a veces presentan pequeñas acumulaciones de parásitos en las zonas anteriormente citadas (figuras 5 y 8). Figura 8. Ejemplares del ácaro sobre la piel y el pelo de un perro. Pequeños puntos rojos que se desprenden con facilidad, observando perfectamente en el microscopio a la larva hexápoda, diferente de la larva de garrapata (figura 3). Esta, a su vez, se encuentra mucho mejor fijada al hospedador debido a la morfología de su hipostoma, aunque por la coloración y más o menos el tamaño macroscópicamente puedan asemejarse. Parásitos similares pudieran ser las cheyletiellas, pero la diferencia de color es definitiva (las cheyletiellas son blancas) (figura 9) o el accidental Dermanyssus gallinae (Figura 10). Microscópicamente, las diferencias en todos los casos son aplastantes. Figura 9. Ejemplar de Cheyletiella raubmilbe. (Foto: Kalumet - CC BY-SA 3.0) Figura 10. Dermanyssus gallinae. Parásito de las aves, puede atacar accidentalmente al hombre y a los animales domésticos. (Foto: Daktaridudu - CC BY-SA 3.0) Cuando no tenemos la suerte de observar el parásito, consideraremos otros factores, como la época del año, lugar de donde procede, zona corporal (a veces el prurito es generalizado), descartando la existencia de otros parásitos así como la de otros procesos atópicos. Tratamiento y prevención de la infestación por Neotrombicula autumnalis Las larvas, que suelen agruparse en las zonas elegidas para alimentarse no ofrecen ninguna resistencia a la extracción, puesto que la fijación es muy débil. Es suficiente con frotar con una gasa impregnada en una solución antiparasitaria como puede ser amitraz o piretroides (cuidado con los ojos) y se arrastrarán perfectamente con una leve presión, quedando adheridos a la gasa. Con el objeto de aliviar el intenso prurito, lo ideal es la aplicación de corticoides localmente así como pomadas a base de Ledum palustre o vinagre y limón como clásico remedio natural. A veces es necesaria la aplicación sistémica de corticoides o antihistamínicos e incluso antibióticos, debido a la infección secundaria a las lesiones provocadas por la automutilación, que en algunos casos es exagerada. Pero como todo en medicina, lo ideal es la prevención: en primer lugar, conocer las zonas y por supuesto, tener en cuenta la época del año. El collar de amitraz parece ser el más efectivo (deja zonas como los interdígitos o ingles distantes, no siendo un obstáculo real a la voracidad del parásito), aunque lo ideal es la aplicación de soluciones por toda la superficie y lo más recientemente aplicado puesto que el famoso efecto residual de los pulverizadores que hay en el mercado (15 días - 2 meses) no es totalmente efectivo con los trombicúlidos. Las personas que frecuenten estas zonas deberán llevar ropa adecuada, evitar los pantalones cortos o ir sin calcetines así como los colores oscuros (los trombicúlidos tienen cierta aversión por los colores claros). Lo ideal es utilizar botas de goma con los pantalones metidos en ellas, de color claro y la ropa siempre cerrada, sobre la cual se aplicará algún repelente (a base de piretroides o amitraz) hasta la cintura. Deberá evitarse el sentarse o tumbarse en el suelo sin protección y tener mucho cuidado con los niños. La única medida preventiva realmente eficaz consiste en evitar las zonas infestadas. Para finalizar, me gustaría hacer un pequeño resumen, concretando las diferencias buenas y malas que presentan con respecto a los ectoparásitos con los que estamos más familiarizados en cuanto a su actividad y consecuencias. Lo bueno: - Delimitación geográfica. - Las larvas introducidas en una casa no son viables, cerrándose el ciclo. - No pasan de un hospedador a otro. - Se desprenden fácilmente sin provocar granulomas u otras reacciones a largo plazo debidas a la presencia de cuerpos extraños (hipostoma) alojados en la dermis del hospedador. Lo malo: - Difícil prevenirlos, al no funcionar el efecto residual de los productos más habituales. - Gran voracidad de las larvas, atacando generalmente de una forma masiva. - Difícil diagnosticarlos con seguridad al desprenderse con facilidad (y producir el pico de los síntomas pasados un par de días) - Gran reacción de hipersensibilidad con sus consecuencias. - Posibilidad de actuar como vector de patógenos en humanos, aunque hasta la fecha no han sido identificados como vectores de ninguna enfermedad microbiana canina o felina (queda mucho por investigar). AGRADECIMIENTOS Al guarda forestal D. Juan José Almazán Mínguez y al profesor Dr. Antonio Encinas Grandes por la colaboración de ambos en este trabajo, cada uno en su "campo”. Bibliografía 1.- Krantz, G. N.1978. Manual of Acarolgy 2nd. Corvallis, Oregon State University Book Stores.Vii?+?509 pp. 2.- Richard, P. L. and Roger, W. C.1993. Medical Insects and Aracnids. Chapman and Hall London. Pp 644 - 654. 3.- Nesbitt, G. H. and Ackerman, L. J. 2001. Dermatología Canina y Felina. Inter-Médica SAI.C.I. Pp 175-176. 4.- Wang, D. and Yu, Z. 1992. Chigger mites of the genus Leptotrombidium: Key to Species and their Distribution in China. Medical and Veterinary Entomology. Pp 389-395. 5.- Azad, A. F. 1986. Mites of Public Health Importance and Their Control. Mimeographed document WHO/ VCB/ 86.931. World Health Organization, Geneva. 52 pp. 6.- Fernández, S. P., Pérez, S. R. and Encinas, G. A. 2001. Molecular Detection of Ehrlichia phagocytophila Genogrup Organisms in Larvae of Neotrombicula autumnalis (Acari: Trombiculidae) Captured in Spain. J. Parasitol. Dec; (6):Pp 1482 - 1483. 7.- Whitaker, J. O. 1982. Ectoparasites of Mammals in Indiana, Indinapolis. The Indiana Academy of Science. 8.- Georgi, J. R. and Georgi, M. E. 1994. Parasitología en Clínica Canina. Interamericana McGraw - Hill. Pp 55 - 58. 9.- Baker, E. W., Evans, T. M., Gould, D. J., Hull, W. B. and Keegan, H. L. 1956. A Manual of Parasitic Mites of Medical or Economy Importance. National Pest Control Association, New York. 170 pp. 10.- Kuyvenhoven, J. V. and Duijim, F. 1990. Trombiculiasis and Epidemic of Prurigo Consed by Mites. Ned Tijdschr Geneeskd. Dec: 134 (48): 2351 - 2353. 11.- Marek, J., Manninger, R. and Móscy, J. V. 1945. Zweiter Band 9 th ed Jena, Fisher. Spezielle Pathologie Therapie der Haustiere. Zweiter Band 9th ed Jena, Fisher. 12.- Fain, A., Guérin, B. and Hart, B. J. 1990. Mites and Allergic Disease. Allerbio, Varennes en Argonne, France. 190 pp. 13.- Prost, H., Rabits, A. and Bradenetz, J, 1985. Trombiculid Mite - Neotrombicula autumnalis (Shaw 1790) in Veterinary Medicine Nervous Systems in Dog Following Masive Infestation. Tierarztl Prax; 13 (1): 57 - 64. 14.- Miscini, S., Garasto, S., Gorradini, L., Laffi, F., Canestri-Trotti, G. and Briolini, G. 1988. Neotrombicula autumnalis Infestation (Shaw 1790) in Agricultural Workers in the Province of Ferrara. Med. Lav. Mar. - Apr., 79 (2) 120 - 126. |
|
Denunciar mensaje Citar |
Titulo: Neotrombícula autumnalis: un parásito a tener en cuenta |
Publicado: Friday 19 de October de 2018, 15:57
En La Laguna Cebollera ( Soria) por estas fechas suele haberEl perro de unos amigos que suele ir por ahí el año pasado lo pilló y estuvo bastante mal |
|
Denunciar mensaje Citar |
Usuarios conectados |
|
Tenemos 0 usuarios conectados. 0 invitados y 0 miembro/s: |