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Publicado: Friday 15 de October de 2010, 17:41
Me sentía alegre cuando llenaba el maletero con mi pequeñísima aportación destino Vigo, y con la ilusión de poder dedicar parte de mi tiempo en Galicia para acercarme hasta Proyecto Gato en compañía de mi marido.La puerta se abrió, y tras cerrarla a nuestra espalda, ya no pudimos casi movernos del umbral, en un momento nos vimos rodeados de cantidad de gatos que querían una caricia o el calor de nuestro regazo, algunos nos saltaban directamente al hombro y ahí se quedaban ronroneando sin parar, otros nos trepaban por las piernas alargando sus patitas hacia nosotros maullando para llamar la atención, o desde las estanterías levantaban el lomo y se ponían de puntillas en ademan de que les cogiéramos, estirando el cuello para estar lo más cerca posible de nosotros.No sé cuánto tiempo estuve así, sin dar crédito a tanta demanda de cariño y sin saber muy bien a cual atender. Hasta que Susi nos devolvió a la realidad y dijo “pasad al patio… si hay mas” y efectivamente, intenté abrirme paso para no pisar ninguna colita y llegué al exterior, los más atrevidos me siguieron rápidamente para no perderse ni un segundo de mi atención, y de nuevo me rodearon deseando ese gesto cariñoso, esa caricia en el bigote, la barbilla, las orejitas o donde fuera. ¡¡¡No tenía manos suficientes…!!! Hubiera deseado ser pulpo en ese momento para poder satisfacerlos a todos…Me embargó el cariño que tanta falta les hace, la rabia e impotencia de no poder hacer nada más, la tristeza por ver como se ha podido llegar en esta sociedad nuestra a semejante situación, no solo aquí, sino en todos y cada uno de los refugios, albergues, asociaciones de animales abandonados… La comprensión hacia las responsables del refugio que solicitan las instalaciones prometidas que tanta falta les hace… y reciben silencio por respuesta…Viendo todo aquello intentamos ayudar a Susi aquella tarde en lo que pudimos, y os puedo asegurar que es una experiencia única, estos animalitos maravillosos no pierden su categoría, su orgullo y dignidad aún estando afinados en muy pocos metros, cuando les limpiamos los areneros y rellenamos con arena nueva, hacían cola para hacer sus necesidades en ella limpia, y en cuanto oyeron el ruido del paquete de comida al abrirse, hasta los más recelosos que no se movieron de su rinconcito desde que llegamos, vinieron rápidos a degustar el placer del pienso recién abierto y el agua fresquita. Y ya anocheciendo, se acurrucaron todos en su gran cama común al abrigo de la mantita que les da calor y cobijo para pasar una noche más, como tantas otras de las que les espera en estas condiciones, mientras los responsables del ayuntamiento echan balones fuera sin ningún escrúpulo ni muestra del más mínimo amor hacia los animales… dejando solas a un puñado de personas exhaustas por el esfuerzo y la dedicación que no bajan la guardia y están ahí, día a día, uno tras otro, domingos y festivos sacrificando su tiempo por y para los animales, por encima de sus intereses personales, con un pasillo minúsculo que hace las veces de recepción, almacén botiquín y vestuario en poco más de 5 m², y dos estancias con salida a sendos patios, repletas de felinos faltos de cariño, pues todo el que les dan los voluntarios y responsables de Proyecto Gato es imposible que llegue para todos. Les falta el cariño que les proporcionaría un buen hogar, el que se merecen y les ha sido negado por familias sin escrúpulos que los han dejado en la calle sin ningún pudor o remordimiento. Un gran problema de toda la sociedad, donde muy pocos se responsabilizan y la inmensa mayoría hace oídos sordos o se escudan diciendo que prefieren no verlo porque “lo pasan mal”.Al día siguiente ya de vuelta a mi hogar, nos esperaban dos felinos iguales que aquellos que dejábamos atrás, pero estos con un lugar siempre caliente donde vivir, con todas las comodidades que un piso pueda ofrecerles, con la tripita siempre llena y mucho cariño y atenciones. Y mi alma felina llora al no poder dar a mas animales esta seguridad y calidad de vida, y llora de impotencia por no poder hacer nada con esta sociedad nuestra tan egoísta y consumista, y quizá peco mimando en exceso a mis compañeros gatunos, como queriendo aliviar lo que no puedo dar a otros tantos como ellos, como aquellos que dejé en Vigo, y que están en iguales situaciones en todas las partes del mundo.Desde aquí, solo puedo mostrar mi más sincera admiración ante todas las personas que como Proyecto Gato están ahí luchando por lo que casi el resto de la sociedad se niega a ver y aceptar, el abandono masivo de animales de compañía. Y mi más sincera repulsa a todos y cada uno de los responsables políticos que teniendo la posibilidad de cambiar las cosas no hacen nada de nada. |