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Publicado: Sunday 19 de April de 2009, 13:43
Como veterinario fui llamado en una ocasión para examinar a un perro Setter Irlandés de diez años de edad llamado Berck. Los dueños del perro, Rogelio, su esposa Elisa y su pequeño hijo Ramiro estaban todos muy encariñados con Berck y esperaban un milagro. Examiné a Berck y encontré que estaba muriendo de cáncer, así que creí conveniente decirle a la familia que no debían esperar ningún milagro para Berck y me ofrecí a realizar la eutanasia del perro, ya viejo a los diez años de edad, en su propia casa. Mientras hacía los preparativos, Rogelio y Elisa me dijeron que pensaban que sería bueno que su hijo de cuatro años de edad observara el procedimiento. Consideraban que Ramiro podía aprender algo de la experiencia. Al día siguiente, sentí el familiar nudo en la garganta al ver cómo la familia rodeaba a Berck. El pequeño Ramiro se veía tranquilo acariciando por última vez a su animal favorito, tánto que me pregunté si entendía lo que estaba sucediendo. A los pocos minutos, Berck se durmió para siempre tranquilamente. Parecía que Ramiro aceptaba la partida sin ninguna dificultad o confusión. Después de la muerte de Berck, nos sentamos todos por un momento , preguntándonos en voz alta acerca del hecho triste de que los animales tuvieran una vida más corta que los seres humanos. Ramiro, quien había estado escuchando tranquilamente, dijo "yo sé porqué". Sobresaltados, todos nos volteamos hacía él. Lo que salió de su boca a continuación me dejó atónito. Nunca había, ni he escuchado, una explicación más consoladora. Dijo, "las personas nacemos para aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a todos todo el tiempo y ser buenos, ¿o no?" - el pequeño de cuatro años continuó- "bueno, los perritos ya saben cómo hacer todo eso, por eso no tiene que estar tanto tiempo en este mundo". MORALEJA Vive simplemente. Ama generosamente. Disfruta intensamente. Habla amablemente. Lo demás... déjaselo al destino. |