|
Publicado: Sunday 15 de March de 2009, 03:03
Tengo un perrillo mestizo, a lo que comúnmente se le llamaría un: “chucho”, algo raro, porque es de la misma camada de tres perras más de raza caniche totalmente puros (la madre incluso tiene pedigrí).Titulo este mensaje de esta manera, por lo que os cuento a continuación, a ver que pensáis ustedes. No hace mucho tiempo que pasó, un par de años o quizás tres, no se sabe por qué mi perro se escapó y desapareció. Habían pasado tres días con sus tres noches cuando mi madre se atrevió a contarme la fatal noticia (yo ya no vivo en casa, ni siquiera en la misma ciudad desde hace más de cinco años). Me contó que todo el mundo había buscado al perro por todo el barrio y por los barrios de alrededor durante todo ese tiempo sin parar y hasta que no lo dieron por perdido, no quisieron que yo lo supiera. Desde que de pequeño me regalaron una tortuga (pobres tortuguitas de California, ¡que habrán hecho!) nunca me habían regalado una mascota. Al principio no lo acepté muy bien porque en mi casa siempre había habido gatos, pero al pasar el tiempo me fui encariñando mucho con él, ahora mismo es mucho más que una compañía, es un amigo. Así que en cuanto me lo dijeron me puse a buscarlo por mi mismo, 23:00 más o menos del tercer día. A la mañana siguiente, en cuanto empezaron a abrir las clínicas veterinarias de toda la ciudad colgué carteles por todas ellas. Lo que jamás me iba a imaginar es que a pocos minutos de colgar los primero carteles, una veterinaria de otra ciudad, contigua, pero a unos 15 Km. en carretera me llamaría y me diría que por la foto, estaba totalmente segura de que el perro “abandonado” al cual le había estado dando de comer durante dos días era el mío. Cogí el coche sin pensármelo y fui directamente a buscarlo. Después de mucho tiempo buscándolo a pie por los alrededores del centro veterinario; parques, aparcamientos, urbanizaciones… y cuando empezaba a pensar que podría poder ser cualquier otro perro del mundo y la veterinaria podía haberse equivocado, lo vi, a lo lejos, pero lo vi. Aunque todo esto ya pueda parecer de película, os aseguro, que el reencuentro sí que lo fue. Él estaba olisqueando a la gente que pasaba por su lado, buscando algo o a alguien conocido. Yo lo llamé gritando: ¡¡“HOMER”!! , me oyó, me olió y finalmente me vio, y como si de “Amigo fiel” se tratara (sin final trágico) Homer corrió hacia mi y yo hacia él. Creo que es la vez en mi vida que más he llorado de felicidad, incluso ahora me emociono un poco al recordarlo. Cuando finalmente lo tuve en mis brazos, sentí tal tranquilidad y bienestar, que estoy seguro de que sentiré esto pocas veces en mi vida. Me lo llevé a casa, lo lavé, comió algo y luego se hartó de descansar. Estuvo casi una semana en plan resacoso, pero muy feliz, y hasta ahora mismo que lo tengo dormido en mis pies…Como puede un perro ser tan fuerte como para sobrevivir a algo así… |