Ya sabemos que las vitaminas, esos compuestos orgánicos requeridos por el cuerpo para
procesos bioquímicos son imprescindibles tanto para la vida humana como animal. En este artículo hablaremos de los mitos los conceptos y las necesidades o carencias que nuestros perros puedan tener, pero como siempre empezaremos por unas ligeras nociones de lo que son y para lo que valen.
En primer lugar, decir que hay dos clasificaciones. Las liposolubles (A, D, E y K) e hidrosolubles (B y C).
Las primeras se almacenan
en los lipocitos del organismo, mientras
que las segundas
no quedan retenidas en el cuerpo salvo en pequeñas cantidades. De ahí que aunque son necesarias la ingesta excesiva puede provocar un almacenamiento en la grasa corporal que puede llegar a ser tóxica, sobre todo la A y la D.
Vitamina A (retinol). Importante para la vista. Su carencia puede causar un retraso en el crecimiento, problemas de pelo y piel, así como reproductivos. En los cachorros pueden causar hidrocefalia y paladar hendido.
Vitamina D (calciferol). Importante para los huesos porque interviene en el balance de calcio y fósforo en la sangre. Aparte de ingerirla por la dieta se obtiene por transformación de una molécula, llamada ergosterol, con ayuda de la radiación solar.
Vitamina E (tocoferol). Juega un papel importante en la formación de membranas celulares, respiración celular y metabolismo de las grasas. Además es bien conocida su función como antioxidante y muchos piensos lo suelen incluir como antioxidante natural.
Vitamina K. El organismo la sintetiza. Afecta a la coagulación de la sangre. Es útil saber que los raticidas precisamente afectan a los factores de coagulación por lo tanto el tratamiento en caso de ingestión accidental por parte del perro será el suministro de una dosis de choque de vitamina K1.
Vitamina C. Muy usada como suplemento en la dieta canina. Al intervenir directamente en la mineralización de huesos se usa para prevenir la displasia de cadera. No obstante no hay resultados científicos que avalen esta teoría. Aunque si se ha visto que pueden resultar eficaces en el dolor que esta enfermedad les genere. También se utiliza para prevenir la formación de cálculos urinarios ya que acidifica la orina.
Vitamina B1 (tiamina). Pérdida de apetito, debilidad, perdida de reflejos y del control nervioso y eventualmente la muerte.
Vitamina B2 (riboflavina). Esencial para el buen desarrollo del pelo, el muscular y para el crecimiento.
Vitamina B3 (niacina). Ayuda al buen funcionamiento de las enzimas. Su deficiencia causa la “lengua negra” en perros y gatos, y se caracteriza por la pérdida de peso, encías, labios e interior de las mejillas inflamadas y enrojecidas. En casos graves, diarrea sanguinolenta y muerte.
Vitamina B5 (ácido pantoteico). Ayuda a la obtención de energía a partir de hidratos de carbono, grasas y proteínas. Su falta provoca pérdida de pelo, diarrea y alteraciones gástricas. Se ha asociado también con el encanecimiento anormal en perros, mucho más notable en perros de color negro.
Vitamina B6 (piridoxina). Ayuda a que el organismo use los aminoácidos, por lo que es totalmente esencial. Su falta puede provocar cavidades en los dientes o lesiones en la piel.
Vitamina B9 (ácido fólico) y B12 (ciano cobalamina). Trabajan en sintonía para fabricar nuevos glóbulos rojos y proteínas. El ácido fólico ayuda a prevenir malformaciones en los fetos, como espina bífida o paladar hendido. De ahí que muchos criadores opten por suplementar a futuras hembras gestantes con ácido fólico a partir del celo y durante la gestación.
Minerales. Son elementos inorgánicos que intervienen en muchas funciones del organismo, como la formación del hueso y el cartílago, manteniendo el equilibrio ácido/base, funcionamiento del músculo y nervios y en la producción de hormonas.
Se agrupan en dos categorías:
Macrominerales. Se necesitan en mayor cantidad (calcio, fósforo, magnesio, potasio, sodio y cloro).
Microminerales (oligoelementos), que se requieren en cantidades mínimas (cobre, yodo, hierro, manganeso, selenio y zinc). Deben de aportarse a la dieta en proporciones apropiadas para cubrir necesidades y porque algunos excesos presentan toxicidad.
El calcio y fósforo deben guardar una relación de 1:1 (la misma cantidad de calcio y de fósforo) o de 2:1 (doble de calcio) para que no haya problemas dependiendo de la etapa vital del animal.
Como caso particular en
Alaskan Malamutes,
Huskies y cruces de ambos se lea observado unas
mayores necesidades de zinc en la dieta o corren el peligro de padecer una dermatosis por carencia de zinc, que se manifiesta en una pérdida de pelo y piel descamada sobretodo en cara, cabeza y patas. Los cachorros pueden presentar
además anorexia, letargo y más susceptibilidad a infecciones menos importantes.
Esto es debido aparentemente a una
mala absorción de zinc, que empeora en épocas de estrés (perros de tiro en temporada de trabajo) o por una dieta basada en ingredientes vegetales o con alto contenido en calcio.
En este mundo relacionado con las vitaminas hay una serie de mitos que no son correctos pero que los admitimos como validos. Por ejemplo:
La fibra permite adelgazar sin riesgo. O que regulan el ritmo de los alimentos en el intestino, si consumimos más de lo debido o nos excedemos, evacuaremos tan rápidamente que no le daremos tiempo al organismo a asimilar los nutrientes necesarios que nos aportan los alimentos, con lo que aparecerán tarde o temprano carencias.
Todo esto es falso.
Otra más sería que las pastillas de calcio
ayudan al crecimiento ya que fortalecen el hueso. También es falso. Los cachorros no poseen ningún mecanismo para protegerse del exceso de calcio, un aporte extra provocará un desequilibrio, incluso puede degenerar el sistema óseo. A su vez dificultará la absorción de magnesio y zinc, con lo que pasarán a ser deficitarios en el organismo, aunque nuestro aporte diario a través de los alimentos que le damos al perro sea el correcto.
Hay que tener claro que si nuestro amigo recibe una dieta
buena en un pienso de calidad no tenemos por qué darle un aporte extra de ningún nutriente,
no lo necesitará.
Cuantas más vitaminas mejor.
Falso. Un exceso podría ocasionar más problemas que beneficios. Existen algunos complejos como el B o la vitamina C que se eliminan por la orina. Sin embargo no sucede lo mismo con los grupos que se disuelven en las grasas (A, D, E, K), cuyo exceso se acumulará en los depósitos de grasa que el organismo tiene de reserva, pudiendo alcanzar
niveles tóxicos para el organismo. No debemos dejarnos llevar por lo que nos dicen e intentar remediar los problemas de nuestro compañero con las consultas pertinentes a nuestro veterinario.
En el invierno hay que suplementar la alimentación.
Falso.
Es cierto que los perros en épocas frías necesitan mayor cantidad de energía, ya que con el frío el organismo requiere más “combustible” para mantener estable su temperatura interna y afrontar sin riesgo la climatología adversa. Sin embargo este
aporte extra no lo debemos de suministrar en forma de cápsulas, pastillas o comprimidos, sin con alimentos. Lo ideal es darles una ración extra de pienso incrementándolo más o menos en la proporción de
¼ de la dosis que le damos diariamente. O bien cambiar el pienso por otro que le aporte más nutrientes. La mejoría la notaremos en su vitalidad, pelo, musculatura…
Pero
¡ojo!, esto es aplicable a perros que viven en el exterior, los que tienen una vida más llevadera en las casas con calefacción no necesitarán este aporte extra o no ser que por cualquier otra causa o enfermedad nos lo recomiende el veterinario.
Durante la lactancia, la madre necesita un extra de vitamina y minerales.
Verdadero.
Durante el embarazo, los aportes de nutriente para la formación y desarrollo del feto es el máximo por lo que un mayor aporte de alimento de calidad es más que recomendable. Lo mismo ocurrirá con la lactancia.
Por lo demás podemos estar tranquilos ya que si es un perro sano no tendrá necesidad de nada más, sólo de los cuidados que les dispensamos diariamente.
Montse Arias
Redacción Perros.com