Cuando hemos tomado la decisión de tener un perro en casa, una de las cosas que debemos de tener en cuenta es que nuestro fiel compañero necesitará
sentirse querido ya que es un animal social y cariñoso. Él expresará su estado de ánimo a
través de sus acciones y conductas. Esta convivencia puede verse afectada debido a los celos
que de algún modo modificarán su conducta y no precisamente para mejor.
Tenemos que enfocarlo desde el punto de vista más
ecuánime, ya que nosotros tenemos la ridícula tendencia a ver a nuestras mascotas con sentimientos humanos, y, aunque son animales que
sienten y padecen, no lo hacen de la misma manera que nosotros.
Para empezar un perro no tiene comportamientos “éticos”, no hace las cosas por el simple hecho de molestarnos… y no siente celos de otros animales y personas como nosotros lo sentimos.
El perro ante la llegada de otro miembro más a la familia, un bebe, un gato u otro perro puede
sentirse desplazado, relegado a posiciones inferiores dentro del grupo del que forma parte. Si queremos que esto no ocurra y que note lo menos posible la incorporación del nuevo miembro, deberemos dedicarle tiempo, o por lo menos
el mismo que le dedicábamos antes.
Los especialistas
recomiendan que, en el caso de la llegada de un bebé al hogar, debamos de
prestar más atención al perro cuando el niño está presente; con este sencillo gesto conseguiremos que el animal identifique la presencia del niño con
algo positivo.
Si la presencia de otro animal, otro ser vivo, cuando el perro está con nosotros desvía la atención,
se sentirá relegado, afectado y esto podría desencadenar en comportamiento no deseados.
Cada mascota tiene su peculiar forma de demostrar su
disgusto y decepción por algo, pero normalmente observaremos en nuestro amigo una actitud más agresiva, apática o depresiva, por lo que debemos apoyarlo al máximo
para que supere este pequeño bache.
Los celos tienen que ver con la educación que nosotros le demos
desde chiquitín. Ya sabemos, que una buena educación desde temprana edad nos evitará muchos disgustos cuando nuestro perro cuando se manifiesta este tipo de conducta puede convertirlo, en ocasiones, en un animal violento y provocador. Sin embargo, al instante, y sin previo aviso, volverá de nuevo a ser adorable en un corto periodo de tiempo.
Tal vez nos dé por pensar, si no entendemos su conducta que tenemos un perro en casa con doble personalidad.
Simplemente que nuestro amigo
no sabe canalizar la nueva
situación y como hacer para que toda nuestra atención vuelva a ser suya, y cree que de malas maneras y enfadándose lo va a conseguir, pero al rato parece darse cuenta de su mal comportamiento nos pondrá esa
carita tan característica de pena y pretenderá que lo compadezcamos y perdonemos.
Ante esto, ¿qué debemos hacer?
Lo que nunca,
nunca debemos usar, es el castigo físico, con ninguna mascota. No debemos de perder la calma ni enfadarnos ya que lo único que conseguirá sería empeorar la situación.
Debemos, como se dijo antes,
dedicarle tiempo, jugar con él, educarlo, no se precisa mucho tiempo,
pero es esencial no privarle de él.
Si socializamos bien al perro, cuando crezca
no será un egocéntrico y egoísta.
Educación y tiempo es un binomio que nos llevará indefectiblemente al éxito y que nuestro perro
sea feliz y equilibrado a nuestro lado.