Es una afección cuya importancia se subestima muchas veces. Sin embargo, tiene una gran incidencia porque hace sufrir a la perra y puede contagiar a los cachorros que alimenta.
Aunque en la actualidad se conocen perfectamente los efectos de los tumores de mama (que representan el 50% de los tumores de la hembra) apenas se tienen en cuenta las repercusiones a que pueda dar lugar una mastitis. De ahí el interés por conocer mejor esta patología.
Incidencia en la madre.
La mastitis puede aparecer a lo largo de
la lactancia después del parto;
excepcionalmente se puede observar en casos de lactancia de seudo-gestación (embarazo psicológico). La perra afectada pierde el apetito, está triste y decaída, con cuadros febriles, y por tanto presenta aceleración del ritmo cardio-respiratorio.
Además, frecuentemente aparecen
trastornos digestivos (diarreas, vómitos). Localmente, la mama se pone roja, dura, edematosa y la palpación resulta dolorosa.
La
tumefacción parte de la base de la mama hasta invadirla toda y extenderse incluso al tejido cutáneo próximo. Cuando se presiona sale un líquido seroso o hemorrágico.
A veces aparecen
abscesos en la masa de tejidos de la mama. Se forma pus y cuando el absceso está maduro, se elimina progresivamente el ganglio dejando una cavidad rellena de restos de tejido conjuntivo. En tal caso, los síntomas remiten y empieza a cicatrizar. Sin embargo, a veces el proceso
degenera en gangrena que puede provocar la muerte al cabo de dos o tres días si no se aplica enseguida un tratamiento. Aunque, por fortuna, tal eventualidad es muy rara.
Incidencia en los cachorros.
La salud de los cachorros depende directamente de la
calidad de la leche de la madre.
Si
ésta contiene gérmenes patógenos, los cachorros sufrirán enseguida trastornos (síndrome de la leche tóxica) que
pueden provocar la muerte. De modo que cuando los cachorros de una camada se debilitan, se quejan, sufren trastornos digestivos y cutáneos, hay que verificar la calidad de la leche de la madre.
El síndrome observado en los cachorros es a veces
el único síntoma de la patología de la mama de la perra.
Por regla general, hay que pensar en una mastitis cuando, sin razón aparente, los cachorros de la camada hayan perdido peso en veinticuatro horas o hayan dejado de aumentarlo dos días seguidos.
En caso de duda, se hará
medir el pH de la leche; ésta, que es normalmente neutra, se vuelve ácida en casos de mastitis. El examen bacteriológico, por otra parte, confirmará la presencia de
agentes infecciosos en la leche que el veterinario debe examinar.
Después del parto es cuando hay más riesgo de mastitis. El carácter doloroso de esta infección no impide que haya que cuidarse de los cachorros expuestos a contagiarse con la leche de la madre, y por esa razón, habrá que alimentarlos artificialmente si fuera necesario.
Circunstancias de aparición de la mastitis.
Como en las demás especies animales, la mastitis sólo
aparece en la perra cuando hay producción láctea, es decir, después del parto (y excepcionalmente, es caso de embarazo psicológico).
En primer lugar, las lesiones de la piel de la mama o del pezón ocasionada por las pequeñas
garras puntiagudas de los cachorros, pueden ser la puerta de entrada de los gérmenes patógenos. El dolor provoca que la perra
no quiera dar de mamar; la retención láctea que se produce como consecuencia de ello favorece el desarrollo de la infección que afecta a la glándula por
vía linfática. Pero, por lo general, la infección afecta a la mama por vía sanguínea a partir de otro foco infeccioso, que lo más frecuente es que sea una
metritis puerperal (es decir, una inflamación del útero como consecuencia del parto) que no se ha tratado por descuido o inadvertencia. A este respecto conviene tener en cuenta lo importante que es respetar las reglas de higiene antes y después del parto.
Cuando se impone la lactancia artificial.
En caso
de mastitis, hay que separar urgentemente los cachorros de la madre y alimentarlos
artificialmente. Ello supone utilizar leche maternizada que venden los veterinarios y las farmacias o una leche especialmente preparada (la leche de vaca sola no basta). Una vez las mezclas que más se parecen a la leche de perra es la que lleva un vaso de leche de vaca entera, un vaso de crema fresca con 12% de materias grasas. Una yema de huevo y una pizca de polvo de hueso.
Los gérmenes causantes
Las causas determinantes de estas patologías son gérmenes
infecciosos, que, en la mayoría de los casos, son
estafilicocos. Estos microorganismos son tanto más peligrosos en la medida que son banales y su presencia en el organismo es corriente (tubo digestivo, vías respiratorias, pelaje) pueden adquirir valor patógeno cuando las defensas locales están bajas. También se han identificado otros microorganismos: estreptococos, coliformes, salmonellas, pasteurellas y seudomas. Todos estos agentes pueden encontrarse en la mama y en la leche.
Los tratamientos: Locales y generales.
En
presencia de una mastitis aguda, se pueden utilizar
antiflogísticos (antiinflamatorios locales) en forma de pomada y cataplasmas para descongestionar y calmar el dolor.
En caso de absceso, se puede conseguir la eliminación de los tejidos dañados poniendo compresas húmedas y calientes encima de las mamas; y para favorecer la cicatrización bastará con hacer irrigaciones diarias de agua oxigenada o aplicaciones de polvo de aluminio.
Por vía general, se administrará antibióticos
juiciosamente escogidos por el veterinario a partir del antibiograma.
Montse Arias.
Redacción Perros.com