Rico, un
border collie de nueve años, no era de los perros que les basta con dar la patita. Lo suyo es identificar objetos. Y lo demostró en una rueda de prensa en Berlín.
"A ver, Rico, ¿dónde está Garfield?", preguntó alguien entre la jauría de fotógrafos que lo rodeaba, y Rico, tranquilidad en persona, fue y trajo el monigote. "¿Y la culebra, dónde está?". Segundos después, un rollo de peluche verde aparecía entre su hocico. Y así, sucesivamente: este perro es
capaz de reconocer
más de 200 objetos.
Visto así, supera incluso las habilidades cognitivas de los chimpancés. Y lo que es más importante aún: la manera cómo aprendió a identificar estos juguetes es similar a cómo los niños se apropian del lenguaje, según comprobó un equipo de investigadores alemanes.
Lo de que los perros comprenden todo lo que se les dice es una vieja reivindicación de millones y millones de dueños en todo el mundo.
Que ello sea
avalado científicamente, sin embargo, es otra cosa. En un artículo que se publicó en la revista Science, Juliane Kaminiski, Josep Call y Julia Fischer, tres investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, han podido demostrar que al menos este particular border collie
sabía relacionar los nombres con los objetos. "Y no a través del adiestramiento. Lo que Rico ha demostrado es una capacidad de actuación lógica", ha señalado Fischer.
En sus ensayos, por ejemplo, desparramaron en una habitación una veintena de juguetes. Luego, desde el cuarto contiguo, se le decía a Rico cuál de ellos debía traer.
En 37 de 40 casos, Rico acertaba. "Eso sí, hay que pedírselo con alegría, mirándole a los ojos", se reía su dueña, Susanne Bause. Junto a su esposo, fue ella quien lo comenzó a entrenar a los ocho meses,
cuando una operación en el hombro lo mantuvo casi inmovilizado y algo había que hacer con un perro tan inquieto. De palabra en palabra,
Rico se apropió de un ingente vocabulario y se convirtió en algo así como la atracción del barrio. De ahí al estrellato mediático sólo hay un paso: en 1996 participó por primera vez en el más popular de los concursos de la televisión alemana, Wetten das. Y arrasó, claro.
Fue ahí, en la pequeña pantalla, donde las investigadoras
Kaminski y Fischer lo vieron por primera vez. Lo que a ellas les interesó era cómo aprendía. Diseñaron un experimento en el que a los juguetes ya conocidos se les agregaba otro, que el perro ni había visto, ni había escuchado mentar antes.
Pero no importaba: al pedírsele este objeto, el perro, de todas formas,
casi siempre acertaba. La única explicación para ello es que Rico procedía por exclusión, descartando aquellos objetos con los que ya estaba familiarizado para así identificar aquél que todavía no conocía y el único que podía corresponder con aquel sonido que por vez primera había escuchado instantes antes. Este mismo procedimiento es uno de los varios que utilizan los niños para apropiarse del lenguaje. Con un grado de acierto similar al de
críos de tres años, Rico, un mes después, todavía se acordaba de algunas de estas palabras.
La investigación, como sucede siempre, deja más preguntas que respuestas, según han admitido Kaminski y Fischer.
Las biólogas ignoran hasta qué punto es posible generalizar su descubrimiento a otros perros y a otras especies animales. Puede que Rico fuera una especie de Einstein canino, o puede que su destreza tenga
mucho que ver con su condición de border collie, una raza inglesa especialmente criada para intensas labores de pastoreo, y el hecho de que haya sido entrenado desde joven.
"Lo he intentado también con mi propio perro, y no me ha dado resultados: tras tres semanas de entrenamiento aún no era capaz de distinguir siquiera dos objetos", ha concedido Kaminski.
Tampoco está claro hasta qué punto Rico, más allá de identificar objetos, era capaz de
operaciones mentales más complejas, como la de intuir bases gramaticales -la distinción entre sustantivo (osito de peluche), atributo (marrón) y verbo (mordisquear)- o la capacidad de categorizar su entorno, identificando, por ejemplo, todas las pelotas como tales, no importa si éstas sean rojas, verdes o azules.
Los perros lazarillos son capaces de esto último: "El dueño les dice que busquen una escalera, y ellos buscan cualquier escalera", ha recordado Kaminski. Hay tela de donde cortar en futuras investigaciones, por tanto, según auguró Paul Bloom, de la Universidad de Yale. "Para los psicólogos, los perros podrían convertirse en los nuevos chimpancés", escribió en su evaluación de la investigación alemana.
Rico falleció en 2008, dejando el pabellón bien alto y a más de uno con la boca abierta. Pero cuando pensábamos que no podían sorprendernos más aparece la perrita que pertenece también a la raza border collie llamada Chaser, de seis años
de edad.
El perro más inteligente del mundo
reconoce más de mil objetos y las palabras que se refieren a cada uno de ellos.
Los psicólogos Alliston Reid y John Pilley, de Wofford College, en Carolina del Sur, han trabajado con Chaser durante tres años.
El animal realizaba entrenamientos diarios de cuatro ó cinco horas. Reid y Pilley formaban al azar grupos de 20 juguetes y nombraban uno para que Chaser
lo sacara del montón. El perro realizó un total de 838 pruebas a lo largo de tres años y siempre acertaba un mínimo de 18 objetos de cada veintena.
«No queremos decir que los perros puedan aprender una lengua de la misma manera que los niños, pero sí son capaces de aprender muchas más palabras de lo que podría pensarse», ha señalado el profesor Reid a la revista New Scientist.
El vocabulario de Chaser incluye, entre otras voces, almohada, anfibio, canguro, tentáculo, pirámide, serpiente, mariposa, monstruo y zombie, según publica el periódico británico Daily Mail.